Descarbonización y filtración, estrategias para alcanzar el Net Zero
ContaminaciónEl desafío del cambio climático y la necesidad de acción
El cambio climático representa uno de los retos ambientales más significativos de las últimas décadas, y la preocupación social por este tema crece de manera constante cada año. Estudios científicos han confirmado que, para preservar un planeta habitable, es crucial limitar el aumento de la temperatura a no más de 1,5 °C sobre los niveles preindustriales. Pero, ¿cómo se puede lograr mantener el calentamiento global por debajo de este umbral crítico?
El Acuerdo de París en 2015 sentó las bases, pero el European Green Deal publicado a finales del 2019 y La Ley Climática firmada en junio de 2021 las han ratificado. Según esta última, para 2030 los países europeos deben reducir sus emisiones de CO₂ un 55% (lo que se conoce como Fit-for-55) y para el 2050 se debe alcanzar un balance de emisiones netas cero para 2050, es decir, el “Net Zero”.
Impacto humano en el aumento del CO2 y sus efectos en el cambio climático
El aumento del CO₂ en la atmosfera, como seguramente ya has escuchado, está calentado el planeta, también conocido como efecto invernadero, lo que está provocando el cambio climático. Esto nos lleva a temperaturas y climas más externos, la extinción de fauna y flora, sequías y una larga lista más. En resumen, vivir en un planeta cada vez menos habitable.
Desde el comienzo de la Revolución Industrial, hemos sido testigos de un incremento superior al 50% en los niveles de dióxido de carbono (CO₂), o lo que es equivalente, en menos de 200 años. Según datos de la NASA, que las actividades humanas hayan aumentado los niveles de CO₂ un 50%, implica que la cantidad de CO₂ ahora es el 150% de su valor en 1750. Esta magnitud de cambio es, de acuerdo con la entidad, mayor que lo que sucedió naturalmente al final de la última glaciación hace 20.000 años.
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Aunque las emisiones de CO₂ pueden originarse en procesos naturales, como las erupciones volcánicas, estos no son responsables del significativo incremento de este gas en la atmósfera. Numerosas actividades humanas han contribuido a esta situación; entre ellas, la quema de combustibles fósiles (carbón, gas natural y petróleo) para la generación de energía y diversos procesos industriales, así como la deforestación, que se destacan como las principales fuentes. A modo de ilustración, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de los Estados Unidos señaló que, en el año 2017, el CO₂ constituyó aproximadamente el 81,6% del total de las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de actividades antropogénicas.
La importancia del Net Zero y la transición energética
El término “Net Zero” o descarbonización está cobrando un creciente protagonismo. Este proceso se orienta a la minimización de las emisiones de carbono hacia la atmósfera, en particular del dióxido de carbono (CO₂), que es el más preocupante. Esta estrategia se inscribe dentro del objetivo establecido para 2050 por los países europeos. La meta global consiste en equilibrar las emisiones generadas para que no superen a las que pueden ser absorbidas o eliminadas mediante mecanismos naturales o artificiales.
El concepto de Net Zero se sustenta en la transición energética, erigiéndose como una de las soluciones más eficaces para la reducción de las emisiones de CO₂ en la atmósfera. Dicha transición implica un cambio significativo en todos los sectores económicos y también en la sociedad. Por ejemplo, repercutiría en los sistemas energéticos, industriales, agrícolas y de transporte, así como en los patrones de consumo y producción. La consecución de este objetivo se facilitaría mediante la implementación de fuentes de energía renovables, enfocándose en la economía del ahorro energético, la gestión de residuos o la optimización de la eficiencia energética, entre otros aspectos.
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Para alcanzar dicho objetivo, resulta esencial la unión de esfuerzos por parte de gobiernos, ejecutivos y ciudadanos. En una declaración emitida por la Coalición Net Zero, la Organización de las Naciones Unidas destacó que más de 70 países, incluyendo los de mayor impacto contaminante como Estados Unidos, China y la mayoría de las naciones europeas, han establecido metas de emisiones netas cero. Esto representa aproximadamente el 76% del volumen total de emisiones globales. A esta significativa iniciativa se han adherido también más de 1200 empresas, más de 1000 instituciones educativas y cerca de 400 entidades financieras, evidenciando así un compromiso colectivo y decidido hacia la Carrera hacia el Cero.
Alcanzar la meta de Cero Emisiones Netas conlleva un sinfín de ventajas, tanto para el progreso humano como para la biodiversidad. Esto implicaría una mejora exponencial en la calidad del aire que respiramos, disminuyendo significativamente el riesgo de padecer enfermedades como el cáncer y diversas alergias, etc. En definitiva, se observaría una notable mejora en la salud pública. Además, esta meta preservaría la biodiversidad y los ecosistemas que coexisten con nosotros, al tiempo que fortalecería los empleos en sectores ecológicos y la seguridad ambiental.
¿Cómo contribuye la filtración de aire a la descarbonización?
En la mayoría de los países, la producción de electricidad depende primordialmente del uso de combustibles fósiles. Al disminuir el consumo energético, no solo reducimos la demanda de generación de energía, sino que también logramos una notable disminución en las emisiones de dióxido de carbono.
En un mundo idílico, las energías renovables, tales como la eólica, la hidroeléctrica y la solar, proveerían energía a todos los edificios del mundo. Sin embargo, esta visión se encuentra aún lejos de materializarse plenamente. A pesar de que España figura como uno de los líderes en la adopción de energías renovables, todavía persiste un desafío significativo: extender el alcance de estas fuentes limpias para que puedan satisfacer completamente las demandas energéticas de todas las industrias y edificaciones.
Por tanto, resulta esencial la optimización del ahorro energético y la implementación de prácticas destinadas a maximizar la eficiencia energética. En este contexto, los sistemas de filtración de aire desempeñan un papel fundamental. Componentes como los variadores de frecuencia, los propios filtros de aire y la gestión de la caída de presión son determinantes para alcanzar un equilibrio en las emisiones, orientándose hacia la meta de cero emisiones.
Optimización de los sistemas de filtración de aire para reducir la huella de carbono
Se podría implementar un sistema de variación de frecuencia u otros sistemas similares; sin embargo, por sí solo, este no lograría una reducción significativa de la huella de carbono, a menos que se acompañe de filtros de aire diseñados para minimizar al máximo la pérdida de presión.
Optar exclusivamente por un filtro de aire que presente una baja caída de presión inicial puede resultar contraproducente si esta se incrementa de manera exponencial con el uso continuado. Tal situación obligaría a los ventiladores a operar a velocidades superiores para mantener el caudal deseado, lo cual no solo conlleva un aumento significativo del consumo energético, sino que también eleva la huella de carbono de manera considerable.
¿Cuáles son los sistemas de filtración de aire eficaces para minimizar la huella de carbono de un edificio? Es fundamental contar con filtros de aire de alta calidad y prolongada durabilidad. Actualmente, el mercado ofrece alternativas cada vez más asequibles; sin embargo, frecuentemente, estas opciones de menor coste inicial pueden derivar en un incremento de los gastos operativos debido al aumento del consumo energético y a la necesidad de reemplazos más frecuentes. Además, es crucial seleccionar filtros que presenten una curva de carga baja y una caída de presión de grado medio-bajo. Otro aspecto de vital importancia es la sustitución de los filtros en los sistemas antes de que estos alcancen su máxima caída de presión nominal, para asegurar una operatividad óptima y eficiente.
La recomendación estándar para determinar el momento idóneo para el reemplazo de un filtro de aire se establece en el punto donde la pérdida de presión del filtro duplica su valor inicial bajo un caudal de aire específico.
En conclusión, el papel de la filtración del aire en la descarbonización es esencial, dado que una gestión eficiente de estos sistemas contribuye significativamente a la reducción de la demanda energética y, por consiguiente, a la disminución de las emisiones de dióxido de carbono. Para alcanzar el objetivo de Net Zero, es crucial adoptar tecnologías que optimicen el consumo energético a través de la minimización de la pérdida de presión en los filtros de aire y la implementación de prácticas de mantenimiento que aseguren la eficiencia operativa de estos sistemas. Al incorporar estrategias de ahorro energético y seleccionar filtros de aire que combinen durabilidad con un bajo impacto en la caída de presión, podemos contribuir de manera efectiva a la mitigación del cambio climático y avanzar hacia un futuro más sostenible y saludable para todos.